Por: Nicolás Romay / Alumno 4to semestre
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En aquella época, el país sudamericano se encontraba en una inestabilidad económica debido al aumento de las tarifas de autos de alquiler, autobuses y por tercera vez del año la gasolina también aumentó su costo.
Los boletos para el partido eran elevados; sin embargo, la afición asistió a ver a su selección ante un equipo que en teoría era inferior que la propia verdeamarella.
Las torcidas de los equipos de futbol cariocas Vasco da Gama, Botafogo, Fluminense y Flamengo, se hallaban en el inmueble sin camisas y con el grito de guerra que se escuchaba en todo el estadio. La ceremonia protocolaria se llevó a cabo y las banderas de las dos naciones se izaron. Luis Pereira, zaguero central de Brasil, izó la bandera mexicana, y Gustavo Peña, defensa de México, hizo lo propio con el estandarte brasileño.
Aquél día era una verdadera fiesta, en el Maracaná se encontraba el ex mandatario de aquél país, Garrastazú Médici y el entonces presidente de la Confederación Brasileña del Deporte (CBD), Joao Havelange. La delegación mexicana contó con la presencia del Ingeniero Miguel Gómez Collado y Ramón Martínez.
El partido dio inicio después del silbatazo realizado por el árbitro argentino Miguel Ángel. Así, al minuto cuatro de acción en el terreno del monumental Estadio Maracaná, Rafael Puente salvó la cabaña mexicana tras un disparo de Rivelino. El júbilo de la afición se tornaba más enfático y auguraba un triunfo fácil de su selección ante México.
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Los embates brasileños por medio de Paulo César no cesaban, pero también el equipo que dirigía Ignacio Jáuregui mostró creatividad para lanzarse al frente. Enrique Borja, al minuto 13, recibió un pase filtrado de Manzo, dio media vuelta y disparó al arco local, donde el esférico se topó una vez más con Leao. México mostró velocidad, pero no logró quebrar al rival, mientras que Brasil planteó un juego conservador, contrario a lo que esperaban sus seguidores.
La primera parte concluyó 0-0, y en inició del segundo tiempo, Mirandinha sacó un disparo que fue directamente hacia donde se encontraba el cancerbero ‘azteca’ Puente. Y una vez más, Paulo César sirvió por derecha para Jairzinho, quien forcejeó con Peña y batió por alto y a la izquierda a 'Rafa' Puente. El inmueble vibró con el gol, pero aún quedaba tiempo en el reloj para la hazaña de los mexicanos.
Al minuto ocho de la parte complementaria, un tiro de esquina por la punta izquierda Sánchez Galindo sirvió para Horacio López, quien peinó hacia donde se encontraba Manuel Manzo, éste de ‘palomita’ anotó a media altura de su costado izquierdo. La incredulidad de miles de personas que presenciaron aquél día en su propia casa resultaba difícil de comprender.
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El tiempo que restaba de partido fue una férrea lucha por el balón, no volvió a dibujarse una jugada de peligro latente hacia cualquier parte de la cancha. Entonces el cuadro mexicano estalló en júbilo al haber empatado con Brasil en el legendario estadio Maracaná. La gente no lo creía y Mario 'Lobo' Zagallo, entrenador de los brasileños, alabó la actitud y la forma de jugar de la selección mexicana.
Cada uno de los pupilos de ‘Nacho’ Jáuregui arribó a México con un grato sabor de boca, y más tarde se enteraron que su labor sería recompensada con una prima de 200 dólares, cifra que dobló los 100 dólares prometidos a los jugadores si ganaban el cotejo. Mientras que el técnico nacional declaraba que “el gol se nos negó rotundamente” en lo que podría haber sido un triunfo en Maracaná ante el tricampeón del mundo.
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