Fotógrafo: Andres Reyes / Alumno Diplomado |
La Catedral de la lucha libre abrió sus puertas
para recibir y festejar a los niños en su día. En los alrededores del
recinto las máscaras ya lucían en las banquetas,
mientras que, los niños sonrientes y ansiosos por ver a sus ídolos se formaban.
La
Arena México fue cobrando vida, expresaba felicidad a través del rostro y los
gritos de los pequeñitos que con su tapa y en compañía de sus padres alentaban
a sus héroes; algunos iban acompañados del muñeco de su luchador favorito,
otros portaban su capa y brincaban cuando la música presentaba a los
protagonistas del ring.
Mientras
que, los adultos dejaban claro que todos tenemos un niño dentro y así cuando
presentaban las caídas o aparecían las bailarinas se levantaban de sus asientos
y con silbidos mostraban su felicidad.
La
lona se fue calentando y, de pronto, subieron al cuadrilátero Guerrero Maya
para enfrentar a Ephesto en Match relámpago, en un combate lleno de intensidad,
fue ganado por Ephesto que con una rana rindió a su oponente y estalló por
primera vez la tribuna.
Fotógrafo: Andres Reyes / Alumno Diplomado |
Aunque
el veneno negro aclaró que dejó crecer a
Stuka “se merecía la oportunidad pero le estoy demostrando
quien es el mejor”, por último contó su
mejor recuerdo de su infancia “jugaba a las canicas, un tio en Sonora, que también es luchador es el
Alacrán Rojo, juntaba a todos los chamacos y nos disparaba la entrada a la
lucha libre”.
Fue
una función llena de alegría, una función llena de espectáculo y llena de
colorido. Fue una función donde aparecieron los niños que la Arena México lleva
dentro.
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